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Agricultura y desarrollo

9. ¿Cuál es el papel de la mujer en la agricultura y el desarrollo?

    El resumen del Informe de Síntesis de la IAASTD establece:

    El papel de la mujer en la agricultura

    El género, esto es, las relaciones construidas socialmente entre el hombre y la mujer, es un elemento organizativo de los sistemas agrícolas existentes en todo el mundo y un factor determinante de reestructuración agrícola permanente. Las tendencias actuales en la liberalización de los mercados agrícolas y la reorganización del trabajo en el campo, así como el aumento del interés por el medio ambiente y la sostenibilidad, están redefiniendo los vínculos entre el género y el desarrollo. La proporción de mujeres en la producción agrícola y las actividades posteriores a las cosechas oscila entre el 20% y el 70%; su participación está aumentando en muchos países en desarrollo, en particular en la agricultura de regadío orientada a la exportación, que implica una creciente demanda de mano de obra femenina, inclusive de trabajadoras migrantes.

    Aunque estas dinámicas han resultado, en algunos sentidos, beneficiosas, en general la mayor parte de las mujeres de las zonas rurales en todo el mundo siguen viéndose afectadas por condiciones de salud y trabajo cada vez peores, un acceso limitado a la educación y al control de los recursos naturales, falta de seguridad en el empleo y un nivel bajo de ingresos. Esta situación se debe a diversos factores, como la creciente competencia en los mercados agrícolas, que aumenta la demanda de mano de obra flexible y barata, la creciente presión y los conflictos en torno a recursos naturales, la disminución del apoyo de los gobiernos a las explotaciones pequeñas y la reasignación de los recursos económicos a favor de grandes agroempresas. Otros factores son la creciente exposición a riesgos relacionados con catástrofes naturales y cambios ambientales, el deterioro del acceso al agua y el aumento de los riesgos ocupacionales y sanitarios.

    A pesar del avance alcanzado en materia de políticas nacionales e internacionales desde la primera Conferencia Mundial sobre la Mujer celebrada en 1975, aún se necesitan medidas urgentes para hacer efectiva la igualdad de género y la equidad social en las políticas y prácticas relacionadas con los CCTA [Conocimientos, Ciencia y Tecnología Agrícolas], a fin de poder abordar mejor las cuestiones de género como parte integral de los procesos de desarrollo. Dichas medidas comprenden el fortalecimiento de la capacidad de las instituciones públicas y las ONG para comprender mejor los cambios en la participación de la mujer en las actividades agrícolas y otras actividades rurales en lo que respecta a los CCTA. También es preciso asignar prioridad al acceso de la mujer a la educación, la información, la ciencia y la tecnología, así como a servicios de extensión para que pueda mejorarse el acceso, la propiedad y el control de las mujeres en lo que se refiere a recursos económicos y naturales. A fin de asegurar dicho acceso, propiedad y control hacen falta medidas de carácter jurídico, planes adecuados de financiamiento, apoyo a las actividades que generan ingresos para las mujeres y fortalecimiento de las organizaciones y redes femeninas. Esto, a su vez, depende del fortalecimiento de la capacidad de las mujeres para beneficiarse de las oportunidades del mercado gracias a instituciones y políticas que asignen una prioridad expresa a los grupos de mujeres agricultoras en las cadenas de valor.

    Varios cambios reforzarán los aportes de la mujer a la producción y sostenibilidad agrícolas. Ellos son el respaldo a los servicios públicos y la inversión en las zonas rurales a fin de mejorar las condiciones de vida y de trabajo de las mujeres, dando prioridad a las políticas de desarrollo tecnológico que se centren en las necesidades de las mujeres agricultoras o que viven en zonas rurales, reconociendo sus conocimientos, aptitudes y experiencia en la producción de alimentos y la conservación de la biodiversidad, y evaluando los efectos negativos y los riesgos de las prácticas y la tecnología agrícolas, incluidos los plaguicidas, en la salud de las mujeres y adoptando medidas para reducir su uso y la exposición a ellos. Por último, para poder reconocer mejor a la mujer como parte integral del desarrollo sostenible, es fundamental garantizar la paridad entre los géneros en la toma de decisiones relativas a los CCTA a todos los niveles y prever mecanismos para que las organizaciones de CCTA rindan cuentas acerca de los avances logrados en los ámbitos mencionados antes.

    Source & ©: IAASTD,  Resumen del Informe de síntesis, p. 26-27


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